Cuando hablamos de la financiación pública para el apoyo en materia de I+D y Energía eficiente, distintas voces llevan tiempo reclamando mejoras en su implementación, ya sea desde las propias administraciones encargadas de la gestión de los fondos públicos, como desde las entidades beneficiarias de estas medidas de ayuda. Ahora, en el contexto de la financiación pública europea, parece que han encontrado una solución, con la implementación del modelo de lump sum, el cual se percibe como una transformación significativa en aras de la simplificación.
Destacada como una de las medidas a profundizar en el reciente Informe Draghi, este sistema introduce un esquema de subvención predeterminada, que se basa en una estimación presupuestaria inicial, a cambio de la ejecución de actividades técnicas específicas. Es decir, la justificación de la ayuda radicaría en el cumplimiento técnico, no en el económico.
Aunque su aplicación puede no ser ampliamente conocida, se anticipa que el lump sum redefine la interacción entre las entidades europeas y los beneficiarios de programas como Horizon Europe o Innovation Fund. Esta metodología busca mitigar las ineficiencias asociadas con la financiación tradicional, basada en la justificación de costos reales, que ha llevado a errores presupuestarios en proyectos de investigación y desarrollo, y a una sobrecarga administrativa costosamente excesiva para los beneficiarios
Lump sum, una nueva perspectiva
El cambio hacia el lump sum representa un giro en la perspectiva de financiación: en lugar de enfocar esfuerzos en documentar cada gasto mediante facturas y otros comprobantes, se prioriza el cumplimiento de resultados concretos previamente acordados en forma de hitos o paquetes de trabajo. Esta modificación busca eliminar la burocracia excesiva, favoreciendo un enfoque que valore más el rendimiento y los resultados obtenidos en lugar de la exhaustividad administrativa.
No obstante, y a pesar de su potencial para simplificar la gestión, este modelo conlleva un requisito de planificación meticulosa y rigurosa. Los beneficiarios deben delinear sus paquetes de trabajo y estimaciones de costos con gran precisión desde el inicio, limitando la flexibilidad para ajustes en el presupuesto y plazos, a medida que avanza el proyecto. Esto puede presentar un desafío, en particular para las pequeñas y medianas empresas, que a menudo carecen de los recursos y la experiencia necesarios para construir propuestas tan detalladas, dejando en riesgo su acceso a la financiación.
El caso del Innovation Fund ilustra las complejidades inherentes a este nuevo enfoque, especialmente en proyectos de alto impacto dirigidos a la descarbonización. La presión para lograr resultados en un entorno de rápida evolución puede ser un obstáculo, ya que la falta de flexibilidad en la financiación por hitos podría comprometer no solo el éxito del proyecto, sino también su financiamiento.
Equilibrio entre accesibilidad y flexibilidad en la innovación europea
A medida que la Comisión Europea se involucra con este modelo, es imperativo encontrar un equilibrio que no comprometa la accesibilidad para empresas menos experimentadas ni la flexibilidad necesaria en un sector tan dinámico como la innovación. Esto puede incluir un fortalecimiento del acompañamiento ofrecido a los beneficiarios, facilitando el desarrollo de propuestas bien estructuradas y la identificación de riesgos.
Si se implementa correctamente, el lump sum podría reformar la relación entre Europa y sus innovadores, minimizando la burocracia y permitiendo que los fondos se utilicen de manera más eficiente y enfocada, con el objetivo último de abordar los retos actuales y futuros. Sin embargo, esta transición no será sencilla y requerirá ajustes, flexibilidad y confianza en la eficacia de este nuevo sistema de financiamiento.
Victor Oró, Product & Service Corporate Director